jueves, noviembre 23, 2006

Supervivencias de la canción de mayo medieval


En diciembre de 1986 recogí en Jerez esta versión de El retrato de la dama. Me la cantaron las hermanas Pilar, Carmen, Rosa y Rosario Romero González (de entre 40 y 50 años), explicándome que, en su infancia, la utilizaban como canción de corro.


El esmero con que las hermanas habían conservado su frondoso repertorio tradicional incluía el recuerdo de los ritos y juegos practicados en su infancia y juventud. Según ellas, para ejecutar la canción de El retrato las niñas formaban un corro y elegían a la más pequeña, que colocaban en el centro, y a quien dedicaban el canto.


Indudablemente, el juego infantil era reproducción tardía de los ritos primaverales asociados a la celebración de mayo y, más en concreto, de los que tenían como protagonista a la maya, reinante en tales celebraciones.


La propia versión jerezana lo delata. Vista más de cerca, se trata del encuentro de dos textos que hasta cierto momento vivirían disociados: el retrato (descripción de los atributos físicos de la dama) y la bienvenida al mes de mayo. Desfuncionalizados uno y otro en su contexto ritual originario, se habrían refugiado en el grado cero de la transmisión, el juego infantil, uniéndose y formando una sola canción por las evidentes vinculaciones temáticas y simbólicas que hay entre ambos.


La canción de las hermanas Romero González es un buen ejemplo de las estrategias de supervivencia del texto tradicional que, antes de caer en el olvido, desarrolla toda una "terapeútica rapsódica" (en palabras de Manuel Alvar). Un estudio detallado de la versión puede verse en mi artículo "Supervivencias de la canción de mayo medieval: un ejemplo en el cancionero tradicional andaluz". Asimismo, hay un amplio y bien estudiado repertorio de la canción de El retrato de la dama en el libro de José Manuel Fraile Gil, El mayo y sus fiestas en tierras madrileñas (1995).

Señorita Inés,
si usted me dejara,
todas sus facciones
se las retratara.
La Señora Inés
se quedó callada,
es señal que tengo
la licencia dada.
Esta es tu cabeza,
chiquita y bonita,
que en ella se forma
una naranjita.
Este es tu cabello,
rubio y anillado,
con cinta de oro
lo tiene adornado.
Esta es tu frente,
una plaza de guerra
donde el rey Cupido
puso su bandera.
Estas son tus cejas,
dos arcos pendientes
que están adornando
tu preciosa frente.
Estas tus pestañas,
puntas de alfileres,
que cuando me miras
clavármelas quieres.
Estos son tus ojos,
son dos luceritos
y al amanecer
son los más bonitos.
Esta es tu nariz,
filo de mi espada,
que a los corazones
todos los traspasa.
Estos son tus labios,
son dos coralitos
y los dientes blancos
son los más bonitos.
Esta es tu barba
con un hoyo en medio,
donde me enterraran
que me estoy muriendo.
Esta es tu garganta
tan clara y tan bella
que to lo que bebes
se clarea en ella.
Estos son tus pechos,
son dos fuentes claras
donde yo bebiera
si usted me dejara.
Este es tu vientre,
es una arboleda
que a los nueve meses
echa fruto en ella.
Este es tu ombligo,
un botón de oro
donde el rey Cupido
puso su tesoro.
Ya estamos llegando
a la parte oculta,
no diremos nada
si no nos preguntan.
Estos son tus muslos,
son de cal y canto,
y las pantorrillas
son de huesos blancos.
Estas son tu piernas,
son de cal y rosas,
que to lo que pisas
se te vuelven rosas.
Ya están retratadas,
niña, tus facciones,
ahora viene mayo
que te las adorne.
Bienvenido mayo,
bienvenido seas,
que con tu venida
las flores se alegran.
Mayo florido y hermoso
que a esta casa hemos venido
sólo por echar un mayo,
señores, licencia pido.
Echaremos por galán
como esposa y por mujer,
cogeremos a la Rosa
que es más bella que un clavel.
Ella dice que no quiere
y el dice que no verá
moza igual en todo el mundo,
que nunca la olvidará.
¡Arriba las hazas,
que no sale humo,
ala, a la Rosa
se le quema el culo!
Que se le quemaba,
que se le quemó,
y vino su novio
y se lo apagó.
Y vino su suegra
con el moño tieso
diciendo: ¡Caramba!
¿qué demonio es eso?

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